jueves, 4 de diciembre de 2008

'La cámara lúcida', Roland Barthes


La cámara lúcida es una reflexión sobre la Fotografía en mayúsculas. Roland Barthes propone una visión personal de este arte huyendo de tópicos y teorías reduccionistas sobre lo que debe ser la observación de la Fotografía. Cada uno experimenta sensaciones diferentes cuando mira una foto y nadie tiene que atenerse a teorías o a esquemas. Cada uno tiene sus motivaciones y en cada uno la Fotografía provoca una reacción diferente. Ésta es la interpretación de Roland Barthes.

Como ya ha quedado claro, este libro es una reflexión personal. Por lo tanto no podemos echar abajo el contenido de un plumazo ni elevarlo a teoría. Lo que dice Roland Barthes es lo que él cree, su visión. Podemos, eso sí, compartirlo, aceptarlo, adaptarlo o rechazarlo. En mi caso no estoy demasiado de acuerdo con lo que dice. Por pasos:

1. Dice Barthes que “la Fotografía reproduce al infinito únicamente lo que ha tenido lugar una sola vez: la Fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente”.

Estoy de acuerdo y aplaudo esta reflexión. Lo que vemos en una foto no es más que la repetición de lo que ya fue (cada vez que lo miramos, se reactiva, pero jamás vuelve a ser).

2. Continúa: “Una fotografía se encuentra siempre en el límite de este gesto. La fotografía dice: esto, es esto, es asá, es tal cual, y no dice otra cosa; una foto no puede ser transformada filosóficamente, está enteramente lastrada por la contingencia de la que es envoltura transparente y ligera”.

Esto no lo comparto. No puedo aceptar que la Fotografía sea simplemente una exposición deíctica (aquí una tienda, aquí un coche, aquí una calle y aquí una persona). La Fotografía es más, mucho más. Ver estas fotos de Cartier-Bresson y limitarse a decir que no hay mayor contenido que lo que el ojo humano puede ver es tan injusto como reduccionista. Cuando miro las fotos de Cartier-Bresson, Willy Ronnies, André Kertész o Robert Doisneau, mi mente activa una representación de esa realidad que me pertenece como espectador.


3. “La Fotografía nunca es más que un canto alternado de vea, ve, vea esto, señala con el dedo cierto vis-à-vis y no puede salirse de ese puro lenguaje deíctico. Es por ello que, del mismo modo que es lícito hablar de una foto, me parecía improbable hablar de la Fotografía”.

No estoy en absoluto de acuerdo. Me parece inasumible decir que la Fotografía nunca es más que un canto del “pase y vea, pero no saque mayores conclusiones”. Existe la foto y existe la Fotografía.

4. “Cuando me siento observado por el objetivo, todo cambia: me constituyo en el acto de posar, me fabrico instantáneamente otro cuerpo, me transformo por adelantado en imagen. No soy en la foto ni sujeto ni objeto, sino más bien un sujeto que se siente devenir objeto, vivo entonces una microexperiencia de la muerte, me convierto en espectro”.



Me parece una buena reflexión, por eso precisamente los fotógrafos huyen de los posados. La naturalidad es lo que aporta vida y realidad a la fotografía. En el momento en que uno posa, se adentra en una metamorfosis en que pasa de sujeto a “sujeto-objeto”. La foto captará un momento que no se volverá a repetir; será, de algún modo, ese espectro de uno mismo.

5. "La Fotografía me permite el acceso a un infra-saber; me dice mejor que los retratos pintados cómo se llevaban las uñas en tal o tal época. La Fotografía es a la Historia lo que el biografema es a la biografía”.

Lo es. Pero no sólo eso. Es apasionante encontrar una foto antigua y ver cómo viste la gente, cómo se peina, cómo lleva las uñas. Pero no solamente por lo que muestra la foto, sino por lo que nosotros imaginamos a partir de esos detalles. Por eso no podemos reducir la foto al lenguaje deíctico.

6. "No tan sólo la Foto no es jamás, en esencia, un recuerdo, sino que además lo bloquea, se convierte muy pronto en un contrarrecuerdo”. “La Fotografía es violenta no porque muestre violencias, sino porque cada vez llena a la fuerza la vista y porque en ella nada puede ser rechazado ni transformado”.


Lo que Barthes expone es que en el momento en que vemos una fotografía (una muestra de realidad objetiva), ya no podemos transformar nuestros recuerdos, porque la imagen es tan cercana a lo que fue en realidad, que la mente no tiene mucho margen de maniobra para transformarlo. Pero yo me pregunto, ¿no es un recuerdo algo muy cercano a la realidad? La foto es solamente una chispa que activa el motor de la memoria. Yo me veo a mí, de pequeño, jugando en la playa y más allá de la imagen, empiezo a reconstruir mis recuerdos. Una foto jamás puede ser un contrarrecuerdo.

7. “Si no se puede profundizar en la Fotografía, es a causa de su fuerza de evidencia. En la imagen, el objeto se entrega en bloque y la vista tiene la certeza de ello, al contrario del texto o de otras percepciones que me dan el objeto de manera borrosa, discutible, y me incitan de este modo a desconfiar de lo que creo ver”.

Sigue la estela del último punto. Si pretendemos acercarnos a la realidad, ¿por qué rechazar un instrumento –la fotografía- que nos ayuda a configurarla?


8. “Todos esos jóvenes fotógrafos que se agitan por el mundo consagrándose a la captura de la actualidad no saben que son agentes de la Muerte”.

Muerte es aquello que jamás va a volver a cobrar vida. Cuando un joven fotografía algo, en realidad guarda un retazo de realidad que más tarde podrá recuperar para mantenerlo con vida. La Fotografía, una vez más, activa el motor de la memoria. Ese instante, cierto, no podrá repetirse, es un espectro, pero sí podrá rememorarse. Un fotógrafo no es un agente de la muerte, sino un capturador de instantáneas que más tarde conformarán, de nuevo, vida. No puedo decir que La cámara lúcida sea un mal libro, porque ayuda a reflexionar. Incluso contradiciendo a Barthes uno aprende a organizar su posición ante la Fotografía. Yo amo este arte y no puedo conformarme con ver lo que la imagen me muestra. Si me cortan las alas de la reflexión, la imaginación y la recreación, ¿para qué fotografiar?

Ficha del libro:
La cámara lúcida
Título original: La chambre claire
Autor: Roland Barthes
Traductor: Joaquim Sala-Sanahuja
Editorial: Paidós Ibérica (2ª edición, 1992)
Colección: Paidós Comunicación (43)
Género: Ensayo (Fotografía)
ISBN: 84-7509-621-2
207 páginas
Fotos:
1 y 2: Henri Cartier-Bresson.
3: Robert Doisneau.
4. André Kertész.
5. Robert Capa.
6. Agustí Centelles.

1 comentario:

thermo dijo...

esta es mi critica al libro
http://mechpoe.blogspot.com/2009/06/un-libro-poco-lucido.html