1. Dice Barthes que “la Fotografía reproduce al infinito únicamente lo que ha tenido lugar una sola vez: la Fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente”.
Estoy de acuerdo y aplaudo esta reflexión. Lo que vemos en una foto no es más que la repetición de lo que ya fue (cada vez que lo miramos, se reactiva, pero jamás vuelve a ser).
2. Continúa: “Una fotografía se encuentra siempre en el límite de este gesto. La fotografía dice: esto, es esto, es asá, es tal cual, y no dice otra cosa; una foto no puede ser transformada filosóficamente, está enteramente lastrada por la contingencia de la que es envoltura transparente y ligera”.
Esto no lo comparto. No puedo aceptar que la Fotografía sea simplemente una exposición deíctica (aquí una tienda, aquí un coche, aquí una calle y aquí una persona). La Fotografía es más, mucho más. Ver estas fotos de Cartier-Bresson y limitarse a decir que no hay mayor contenido que lo que el ojo humano puede ver es tan injusto como reduccionista. Cuando miro las fotos de Cartier-Bresson, Willy Ronnies, André Kertész o Robert Doisneau, mi mente activa una representación de esa realidad que me pertenece como espectador.
3. “La Fotografía nunca es más que un canto alternado de vea, ve, vea esto, señala con el dedo cierto vis-à-vis y no puede salirse de ese puro lenguaje deíctico. Es por ello que, del mismo modo que es lícito hablar de una foto, me parecía improbable hablar de la Fotografía”.
No estoy en absoluto de acuerdo. Me parece inasumible decir que la Fotografía nunca es más que un canto del “pase y vea, pero no saque mayores conclusiones”. Existe la foto y existe la Fotografía.
Lo que Barthes expone es que en el momento en que vemos una fotografía (una muestra de realidad objetiva), ya no podemos transformar nuestros recuerdos, porque la imagen es tan cercana a lo que fue en realidad, que la mente no tiene mucho margen de maniobra para transformarlo. Pero yo me pregunto, ¿no es un recuerdo algo muy cercano a la realidad? La foto es solamente una chispa que activa el motor de la memoria. Yo me veo a mí, de pequeño, jugando en la playa y más allá de la imagen, empiezo a reconstruir mis recuerdos. Una foto jamás puede ser un contrarrecuerdo.
7. “Si no se puede profundizar en la Fotografía, es a causa de su fuerza de evidencia. En la imagen, el objeto se entrega en bloque y la vista tiene la certeza de ello, al contrario del texto o de otras percepciones que me dan el objeto de manera borrosa, discutible, y me incitan de este modo a desconfiar de lo que creo ver”.
Sigue la estela del último punto. Si pretendemos acercarnos a la realidad, ¿por qué rechazar un instrumento –la fotografía- que nos ayuda a configurarla?
Muerte es aquello que jamás va a volver a cobrar vida. Cuando un joven fotografía algo, en realidad guarda un retazo de realidad que más tarde podrá recuperar para mantenerlo con vida. La Fotografía, una vez más, activa el motor de la memoria. Ese instante, cierto, no podrá repetirse, es un espectro, pero sí podrá rememorarse. Un fotógrafo no es un agente de la muerte, sino un capturador de instantáneas que más tarde conformarán, de nuevo, vida. No puedo decir que La cámara lúcida sea un mal libro, porque ayuda a reflexionar. Incluso contradiciendo a Barthes uno aprende a organizar su posición ante la Fotografía. Yo amo este arte y no puedo conformarme con ver lo que la imagen me muestra. Si me cortan las alas de la reflexión, la imaginación y la recreación, ¿para qué fotografiar?
1 comentario:
esta es mi critica al libro
http://mechpoe.blogspot.com/2009/06/un-libro-poco-lucido.html
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