Muchos años antes de que la televisión de alta definición llegara a nuestras casas, hubo una época en que una parte de la sociedad vivía pendiente de las nuevas tecnologías de radiodifusión. Eran los años 20, cuando Barcelona era una ciudad convulsa donde convivía gente acomodada y conformista y jóvenes inquietos que anhelaban el futuro e intentaban elevar a Cataluña a algo así como un imperio cultural. Lo dice el propio autor: "El futuro se ve en el papel, en los diarios, los medios hacen soñar un nuevo mundo salpicado de realidades llamativas y en movimiento".
Y cita un artículo de la revista Ibérica de 1924: "Hay que hacer posible la reproducción de grandes escenas animadas, con perfecta fidelidad y aun con sus propios colores, o también la radiodifusión a domicilio de los films cinematográficos". Barcelona vive una transformación, la radio empieza a extenderse poco a poco, pero ahora llega también un nuevo medio de información y entretenimiento: la televisión, que ya empieza a dar sus frutos en Estados Unidos. Uno de los primeros experimentos cinematográficos en Barcelona es el de Ricard Baños, que ya en 1908 coloca una cámara sobre un tranvía que va desde plaza Catalunya hasta Gràcia, creando así un "traveling inaudito para una Barcelona con aspiraciones de vivir endomingada eternamente". Es la ciudad que aspira a verse a sí misma a través de un prisma de movimientos y sonidos.
Barcelona es una mezcla de vigías que ven en la televisión una herramienta clave de expansión de la catalanidad (periodistas, empresarios, políticos, artistas...), de jóvenes emprendedores (algo así como esa ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza) y gente que no acaba de entender cómo una pantalla puede recrear movimiento imitando la vida misma.
Ésa es la ciudad en la que ha puesto el punto de mira Francesc Canosa i Farran, periodista y especialista de esta época de la historia del periodismo. República TV es el reflejo de una sociedad cambiante, que vive a la expectativa, pero que ve cómo su gran proyecto televisivo no puede echar a andar sin pasar por complejos filtros políticos, ya que no hay que olvidar que a pesar de que Cataluña batallaba por abrirse al mundo, toda España vivía bajo la dictadura de Primo de Rivera. Toda una encrucijada.
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