Delphine Bertholon
Editorial Grijalbo
1ª edición, marzo de 2010
Trad. Carme Geronès
Género: Novela
335 páginas
ISBN: 978-84-253-4384-1
Imagine que va usted paseando una tarde por las librerías de su ciudad. De repente, ve en la mesa de novedades un libro titulado Nunca olvides que te quiero, de Delphine Bertholon. Se fija en la portada e inmediatamente le viene a la memoria otra novela francesa, La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu. Piensa que ambos deben tener argumentos semejantes, a juzgar por la presentación. Pero basta echar un vistazo a la edición original en francés de Nunca olvides que te quiero para darse cuenta de un par de detalles: uno, que allí el libro se titula Twist; dos, que la sobria portada francesa nada tiene que ver con la española. En otras palabras, el libro se ha adaptado a regalo perfecto para Sant Jordi: enamorado regala a enamorada un libro precioso titulado No olvides que te quiero.
Vayamos al argumento. Nunca olvides que te quiero es una novela que condensa tres voces: la de Madison, una niña secuestrada que decide anotar en sus cuadernos su día a día; la de su madre, que escribe cartas para calmar su depresión; y la de un amigo de Madison, Stanislas, que sueña con ser escritor, y de quien la adolescente está enamorada.
Las tres voces se desarrollan de forma paralela hasta que coinciden en el desenlace. Esto provoca que la narración se vuelva demasiado dispersa; y no por el hecho de que sea una novela coral, sino porque cada uno de los personajes tiene demasiadas tonterías en la cabeza y en un momento de conversación, se hilvanan temas tan absurdos y lejanos entre sí, que al final la paja se come al trigo.
La autora abusa de la repetición de frases con la intención de convertirlas en emblemas de la novela, como la que da título al libro, "nunca olvides que te quiero", que hacen que la prosa se vuelva demasiado artificial y poco espontánea. Además, el lenguaje es muy brusco y lleno de coloquialismos que no acaban de encajar con la historia. Al final, todo resulta demasiado hueco, extraño y forzado. Si la autora fuera española, fijo que la hubiesen incluido en esa generación nocillera de libros formalmente atrevidos, pero esencialmente indigeribles.
La autora abusa de la repetición de frases con la intención de convertirlas en emblemas de la novela, como la que da título al libro, "nunca olvides que te quiero", que hacen que la prosa se vuelva demasiado artificial y poco espontánea. Además, el lenguaje es muy brusco y lleno de coloquialismos que no acaban de encajar con la historia. Al final, todo resulta demasiado hueco, extraño y forzado. Si la autora fuera española, fijo que la hubiesen incluido en esa generación nocillera de libros formalmente atrevidos, pero esencialmente indigeribles.
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