Xavier Velasco
Editorial Alfaguara
1ª edición, octubre de 2011
744 páginas
ISBN 9788420408477
Les voy a hablar de un tipo excéntrico a más no poder. Se llama Isaías Balboa y escribe libros de autoayuda cuyos ejemplares jamás consigue vender. Dinero parece que le sobra, puesto que se montó una imprenta con la que mantiene su negocio de impresión de facturas falsas para quien lo necesite. Pero ese imperio editorial que él cree controlar no se sustenta con las ventas de sus obras (él se las publica), sino con las ínfulas de grandeza que lo elevan al olimpo de los se creen postulados al Premio Nobel de Literatura. Lo más raro, no obstante, es que el tipo busca inspiración en la derrota y en la desesperación de la gente y qué mejor lugar para ello que los velatorios. Oye, y si se tiene que llevar a la cama a alguna viuda para darle consuelo (además del pésame y una copia de su último libro), ni lo duda: el negocio es el negocio.
Pero este tipo malcarado, egocéntrico, buitre y fantasmón no es el conductor de esta historia mexicana de amores y desamores, de promesas y de traiciones, de víctimas y de asesinos, de gurús y de ingenuos. Aquí el que lleva la voz cantante (por así decirlo, porque ni él mismo sabe lo qué quiere) es Joaquín: el discípulo de don Isaías Balboa (su negro, en realidad), el más digno sucesor de su ideología y el que más dispuesto está a traicionarlo. También es el hijo de una mujer desquiciada y violenta, víctima de los deslices del gañán de su marido, Manolo, quien no duda en cepillarse a su vecinita mientras el marido de ésta le va montando un fraudulento negocio para que el adúltero se enriquezca. Joaquín va a tener que lidiar con los fantasmas de su pasado para seguir adelante y, de paso, conquistar el amor de dos mujeres que tampoco parecen saber cuál es su senda en la vida.
Todo este catálogo de personajes desorientados son solamente una parte de los muchos que van apareciendo en Puedo explicarlo todo, la nueva novela del mexicano Xavier Velasco. Se trata de una divertida sucesión de disparates, pero vertidos con suma inteligencia y escritos con precisión. También es una novela rotunda, con diálogos desesperados e incluso crueles (aquella desesperación y crueldad que se filtran en la sangre cuando a uno ya no le queda más remedio). Dicho de otro modo: estamos ante una tragicomedia mexicana de amor y sobre la búsqueda del sentido. Una tragicomedia, por cierto, que podría adaptarse a cualquier escenario donde las grandes crisis (económicas o existenciales) hacen que las personas queden arrinconadas de la sociedad.
Puedo explicarlo todo está hábilmente estructurada para que el lector tenga que seguir leyendo. Xavier Velasco huye del relato lineal y va haciendo saltos temporales mientras nos va presentando (con gran dominio del ritmo narrativo) los diversas situaciones que, poco a poco, reconstruyen el tortuoso pasado de los personajes y su incierto presente. De esa manera, el autor consigue que sintamos cierta complicidad por cada uno de los personajes, incluyendo los malísimos, y al final de la lectura nos quede la sensación de que la cosa podría haberse aguantado con cien páginas menos, pero nadie le hubiese echado en cara cien páginas más. ¿Qué se podía esperar de Xavier Velasco, un hombre que hizo un curso de ventrílocuo para cederle la palabra a un títere reconvertido en crítico literario para que le presentase la novela? Pues un espectáculo tan ingenioso como el que nos encontramos en Puedo explicarlo todo.
Pero este tipo malcarado, egocéntrico, buitre y fantasmón no es el conductor de esta historia mexicana de amores y desamores, de promesas y de traiciones, de víctimas y de asesinos, de gurús y de ingenuos. Aquí el que lleva la voz cantante (por así decirlo, porque ni él mismo sabe lo qué quiere) es Joaquín: el discípulo de don Isaías Balboa (su negro, en realidad), el más digno sucesor de su ideología y el que más dispuesto está a traicionarlo. También es el hijo de una mujer desquiciada y violenta, víctima de los deslices del gañán de su marido, Manolo, quien no duda en cepillarse a su vecinita mientras el marido de ésta le va montando un fraudulento negocio para que el adúltero se enriquezca. Joaquín va a tener que lidiar con los fantasmas de su pasado para seguir adelante y, de paso, conquistar el amor de dos mujeres que tampoco parecen saber cuál es su senda en la vida.
Todo este catálogo de personajes desorientados son solamente una parte de los muchos que van apareciendo en Puedo explicarlo todo, la nueva novela del mexicano Xavier Velasco. Se trata de una divertida sucesión de disparates, pero vertidos con suma inteligencia y escritos con precisión. También es una novela rotunda, con diálogos desesperados e incluso crueles (aquella desesperación y crueldad que se filtran en la sangre cuando a uno ya no le queda más remedio). Dicho de otro modo: estamos ante una tragicomedia mexicana de amor y sobre la búsqueda del sentido. Una tragicomedia, por cierto, que podría adaptarse a cualquier escenario donde las grandes crisis (económicas o existenciales) hacen que las personas queden arrinconadas de la sociedad.
Puedo explicarlo todo está hábilmente estructurada para que el lector tenga que seguir leyendo. Xavier Velasco huye del relato lineal y va haciendo saltos temporales mientras nos va presentando (con gran dominio del ritmo narrativo) los diversas situaciones que, poco a poco, reconstruyen el tortuoso pasado de los personajes y su incierto presente. De esa manera, el autor consigue que sintamos cierta complicidad por cada uno de los personajes, incluyendo los malísimos, y al final de la lectura nos quede la sensación de que la cosa podría haberse aguantado con cien páginas menos, pero nadie le hubiese echado en cara cien páginas más. ¿Qué se podía esperar de Xavier Velasco, un hombre que hizo un curso de ventrílocuo para cederle la palabra a un títere reconvertido en crítico literario para que le presentase la novela? Pues un espectáculo tan ingenioso como el que nos encontramos en Puedo explicarlo todo.