jueves, 31 de julio de 2008

'En nombre del amor', Melissa P.

En nombre del amor
(In nome dell'amore)
Melissa P. (Melissa Panarello)
Editorial Plaza & Janés (mayo, 2007)
Traducción de Nuria M. Deaño
Género: Carta
ISBN: 978-84-01-37973-4
110 Páginas

En esta ocasión Melissa P. cambia de registro y publica una larga carta, abierta, al cardenal Ruini, uno de los más cercanos al Papa, Benedicto XVI. Temas como el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual… son las dianas perfectas para que la Iglesia intente censurar de la manera más rancia los derechos de las personas.

Precisamente este cardenal ha sido uno de los que en los últimos tiempos ha criticado de forma más dura que las personas puedan divorciarse, casarse con una persona de su mismo sexo o abortar. Como dice el título, el libro es una carta en “nombre del amor”. El amor por encima de cualquier dogma y cualquier ley. El amor que es lo que hace crecer las familias, unir a las personas y disfrutar de la vida.

A Melissa P. se la conoce por su temprana etapa de promiscuidad y su novela Los cien golpes, donde narra sus escarceos sexuales con chicos de toda índole. Pero por lo que leemos en su literatura, aquella etapa ya pasó y aquella Melissa es ahora una joven madura, concienciada, que aprovecha su popularidad para luchar contra la verborrea de la Iglesia.

Que los ministros de dios estén en contra del aborto aun siendo fruto de una violación, que se nieguen a las uniones homosexuales sin pudor a pisotearlos y encima tener la desvergüenza de decir que son enfermos mentales, no es de extrañar. Afortunadamente poca gente se toma en serio estas divagaciones del brazo religioso de la sociedad. No obstante, resultan tan vergonzantes algunas palabras que se oyen desde ese pequeño estado en el centro de Roma (pequeño en extensión se entiende, pues cuando estornuda el Vaticano, se resfrían millones de personas en el mundo), que incluso se hace necesario escribir cartas como ésta.

Lo que dice Melissa P. en realidad no difiere demasiado de lo que piensan muchísimas personas, que se toman las palabras vaticanas como el chocheo de viejos señores con túnica que viven como reyes (más aún, ¿como cardenales?), y que en lugar de dedicar su gran cantidad de tiempo libre a luchar contra las guerras, contra el hambre, contra las injusticias del mundo, prefieren reprimir los que escogen vivir con la libertad que Dios nos ha dado. Recordemos la imagen de un Rouco Varela dándose un baño de masas y saliendo a las calles de Madrid para protestar contra las bodas homosexuales, pero quedándose en casa cuando la gente sale a protestar por la guerra de Irak (por ejemplo).

Melissa P. no cree en Dios, eso es obvio, pero hay que diferenciar el concepto “dios” y el concepto "Iglesia". Los erasmistas ya decían en el siglo XVI que había que creer en el ser supremo pero no en sus mediadores. ¿Quiénes son los curas para mediar entre nosotros y un supuesto dios? ¿Por qué hay que participar en manifestaciones absurdas como misas, comuniones…? ¿Con qué derecho se creen ellos para decidir si vamos a ir al infierno o al cielo y dictar cómo debemos vivir y los sacrificios que tenemos que hacer? En cualquier caso, los curas interpretan los textos sagrados como los da la gana para poder seguir con este paripé que ya dura demasiado.

Quizá sería hora de que la Iglesia lavara su imagen y diera un cambio radical, así podríamos olvidarnos que durante siglos quemaron vivas a cantidades ingentes de personas, que torturaron a inocentes y que impidieron que las sociedades evolucionasen. Pero claro, resulta una utopía esa renovación cuando el cónclave elige Papa a Joseph Ratzinger, uno de los máximos exponentes del conservadurismo más rancio.

Melissa P. ha elegido un tono cauto, educado, para dirigir esta carta al cardenal Ruini. Además, lo hace con la más absoluta humildad, no la escribe la Melissa P. escritora, lo hace la Melissa P. persona, que utiliza su popularidad para ser la voz de los jóvenes (y no tan jóvenes) que piensan como ella. Y además, esta autora italiana lo sabe hacer bien.

En definitiva, nadie se sorprenderá de nada si lee este libro ni descubrirá posturas que nadie haya tomado ya, pero cualquiera que se acerque a este libro sentirá que forma parte de un grupo mayúsculo de personas que cuando lee en la prensa las palabras que salen del Vaticano, arranca esas páginas y las pone en el suelo cuando friegan para que la gente pise ahí.

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