lunes, 14 de julio de 2008

'La vida en el abismo', Ferran Torrent

La vida en el abismo
Ferran Torrent
Editorial Planeta
1ª edición, 2004
Género: Novela
216 páginas
ISBN: 978-84-08-05582-2

Ferran Torrent se pone a sí mismo como personaje principal de esta novela. El protagonista coincide con un jugador de cartas en una partida y esto le sirve para echar la vista atrás y recordar su época de juventud, cuando tenía veintiún años y acompañaba al Rubio, un jugador de cartas compulsivo.

El Rubio se nos presenta como un adicto al juego, que no solo intenta vivir de lo que gana en las partidas de carta, sino que también juega por pura necesidad existencial. No es capaz de separar vida y juego. Apuesta todo lo que tiene, incluso si eso implica caer en las manos de los prestamistas, estafar al banco…

El joven Torrent está asqueado de la vida que lleva, ha dejado los estudios por rebeldía y tiene una mala relación con sus padres; así que, por ser irreverente, decide seguir los pasos del Rubio. A principio ambos son jugadores, pero una partida catastrófica hace que Torrent deje el juego y sea solamente el acompañante y compinche del Rubio. Pero el peligroso ritmo de vida de éste, hace que nuestro protagonista se dé cuenta de qué es realmente lo que le conviene y reflexiona si seguir al Rubio es bueno para él o más bien puede llevarle a tener serios problema.

Empezaremos con un tópico: los Premio Planeta tienden a ser más malos que buenos. La vida en el abismo fue finalista de este premio en 2004 –ganó Lucía Etxenarría-, y la verdad es que en este caso, la novela es más bien floja.

Ferran Torrent es un buen escritor con buenas ideas, pero no ha sabido plasmar todo su potencial en este libro. El planteamiento de la novela es bueno, igual que el desenlace -aunque bastante previsible-, pero le falla el ritmo narrativo. Se detiene demasiado en el detallismo de las partidas de cartas; claro está, si no sabemos de qué va el juego y nos describen cada mano, nos resulta aburrido y obliga a saltarnos páginas. En cambio, no vemos que el autor ahonde demasiado en los sentimientos de los personajes, resuelve este tema de una forma muy superficial y ligera. Generamos unas expectativas previas que no se van cumpliendo a medida que leemos la novela y poco a poco vamos decayendo en la lectura, hasta que al final levanta un poco el vuelo, pero quizá ya demasiado tarde.

Ferran Torrent escribe en catalán –o valenciano, que cada cual lo llame como quiera-, pero decidió pasarse al castellano directamente para presentarla al Planeta y quedó finalista. Igual caso ocurrió con Maria de la Pau Janer, que se pasó al castellano, la hicieron finalista con una novela muy mala y luego le dan el primer premio, al riempo que Juan Marsé le daba un severo correctivo. Será que el Planeta es más una lacra que un beneficio…

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