Los reproches entre ambos y la falta de sinceridad de Santiago provocarán que se separen. Una separación que toma más distancia cuando Santiago se alista a la legión y se marcha al Sáhara Occidental. El rencor provocará que el contacto entre los jóvenes vaya perdiéndose.
Pero nuevamente la casualidad hace que Montse, veintiséis años después, cuando es médica en un hospital, reciba a una paciente saharaui que, entre sus pertenencia, guarda una fotografía de ella con Santiago. Cuando ella lo creía muerto, decide lanzarse a la aventura y marcharse al desierto para saber la verdad de Santiago, si está muerto o sigue vivo, si todavía la quiere o la ha olvidado.
Cuando vamos a una librería y leemos la contraportada del libro, puede que nos dé por pensar que es una simple historia de amor. Lo cierto es que caeríamos en un error si encasilláramos la novela en el género romántico. Es mucho más, hay aventuras, referencias históricas reales y sobre todo, hay un exhaustivo trabajo detrás de cada página.
Estamos ante una de esas novelas escritas con absoluta meditación, con una estructura fragmentaria, que se va encajando a medida que vamos avanzando en la lectura. Se nos narra la vida de cada personaje por separado hasta que la casualidad pone a uno de ellos a tiro del otro.
Luis Leante es un lector voraz de todo tipo de novelas, sobre todo de las que vienen de Hispanoamérica. Muy especialmente la obra de Mario Vargas Llosa ha dejado sus huellas en su trayectoria lectora y consecuentemente en su puño a la hora de escribir.
Pero que nadie se equivoque, el estilo de Luis Leante es propio y autónomo, no hay imitación de nada, sino la simple asimilación de una cultura lectora que lo ha enriquecido hasta lo que es ahora. Como él mismo dice, “soy el fruto de todo lo que he leído y visto”.
Y es que no solamente hay influencias literarias, sino también cinematográficas. Cuando el lector se adentre en la novela, verá que hay unas imágenes que nos atrapan ya desde el principio, y es que se conjugan dos aspectos a tener en cuenta: en primer lugar el atractivo del desierto y en segundo lugar la fuerza evocadora de su estilo expresivo. La novela está formada, pues, por una cadena de imágenes que corren por nuestra mente como si pasáramos la vista por una sucesión de fotogramas.
Qué decir de la tensión argumental. Está perfectamente llevada, lo que vamos descubriendo, lo hacemos en el momento justo, sin que sea demasiado tarde ni demasiado pronto. Ello provoca que cuanto más avanzamos en la lectura, más deseamos seguir leyendo.
Y, para los amantes de emociones hasta el último suspiro, aquí tienen una novela donde la traca final se guarda hasta las últimas páginas, las últimas diez, por lo que la emoción está servida de principio a fin.
Está claro que para ser buen escritor uno debe reunir ciertos requisitos y de momento, en Mira si yo te querré, Luis Leante ha demostrado tenerlos todos. No en vano ha recibido el Premio Alfaguara de Novela 2007, uno de esos premios literarios en los que parece que uno puede tener confianza.
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